Un cuento para dormir: Día 1
Esta historia la empecé a escribir cuando estaba descubriendo mi pasión por crear historias misteriosas, por algún motivo nunca la terminé, pero me pareció interesante compartirla por aquí.
Escrito el 24 de enero de 2013
Desperté,
y ya no había nada, no recordaba nada, era como si me hubieran borrado todos
los recuerdos; vi a mi alrededor y me di cuenta que estaba en una casa
abandonada, era de madera, algunas partes ya estaba podrida, en otras habían huecos;
parecía estar abandonada por mucho tiempo, habían fotografías y libros llenos de polvo, me interesé en
saber de quién era esa casa en la que yo estaba, no sé si moribunda, quién sabe
sí secuestrada; quienes podrían ser los dueños o los creadores de este universo,
estaba muy confundida, me levanté de la cama, hizo un ruido extravagante, vi un
reloj tirado en el suelo que marcaba las 3:33, lo ignoré, el día se sentía muy
frio y no tenía ropa adecuada, tomé una de esos portarretratos con ambas manos, podía sentir su humedad, lo
levanté hacia mi cara y soplé suavemente para retirar el polvo, empezaron a
aparecer las personas de la fotografía, cuando terminé de limpiarlo… me
sorprendí, era una familia, o eso parecía ser, todos estaban muy unidos y
sonriendo, pero luego me di cuenta de algo… yo estaba en esa fotografía. Quedé
paralizada, lo solté de inmediato y el vidrio se rompió en el instante que toco
el piso, no entendía que estaba sucediendo, se me cortaba la respiración, podía
sentir como se me detenía el corazón, cada vez mas lento, cada vez con menos ánimo,
me sentí mareada y poco alterada.
¿Cómo era posible que yo estuviera en esa
fotografía? ¿A caso yo era la dueña de ese terrible hogar? ¿Le podía llamar
hogar a ese lugar? ¿Cómo no podía recordarlo? ¿Qué me había pasado? Empecé a
girar y ver todo a mi alrededor, tratar de descubrir algo que me hiciera
recordar, pero no se me venía a la mente ni un solo recuerdo, todo era nuevo
para mí, sentí escalofríos cada vez más fuertes, me subió ese gran temblor
desde la punta del dedo más pequeño de los pies hasta el último pelo de mi
cabello, volví a tomar el portarretrato, retire de él los pedazos de vidrios
que en el aún permanecían, me senté en
la cama, no lo quería volver a ver, pero tenía que hacerlo, el corazón se me
aceleró a mil por segundo, mi respiración aumentó, cerraba los ojos, brotó de
ellos una pequeña lágrima, pero no podía resistir la tensión que sentía, tiré la fotografía en la cama, definitivamente
no quería hacerlo, me apoyé con mis codos en las piernas, puse mis manos en mi
cabeza y empecé a llorar, no me podía aguantar, tenía que desahogarme, quería
saber que estaba sucediendo, ¿Por qué no entendía nada? ¿Por qué no recordaba
nada? ¿Por qué estaba sola en ese lugar? ¿Es que acaso estaba loca? ¿Me
abandonaron? ¿Me secuestraron? ¿Dónde está todo el mundo? ¿Quién es todo el
mundo?
Hubo
un gran silencio, un silencio tenebroso, un silencio que no respondía nada,
salvo a que tenía que hacer algo. Me quedé viendo a través de una ventana que
tenía los cristales rotos como pasaba el tiempo y no había rastros de vida, ni
un solo animal, ni un ave, ni niños jugando en un parque, nada más la brisa
pegando en ella, era todo lo que podía escuchar, diciéndome que ella era libre,
fuerte, y que yo estaba ahí, atrapada quien sabe dónde; suspiré, cerré los ojos
varias veces para saber si no era una pesadilla, quería que todo volviera a ser
como antes, pero… ¿Qué era como antes? ¿Cuál era mi pasado?
En ese momento sentí que todo lo que estaba
sucediendo era la realidad, que aunque no entendiera nada, ese era el presente,
ese era mi presente, y tenía que aceptarlo de alguna forma; que estaba
perdiendo el tiempo y que tenía que hacer algo por mi misma y descubrir la
verdad. Debía ver esa fotografía, quizá era la respuesta a algo, pero en ese
momento no sabía que era ese algo, tomé valor y la volví a coger, muy
cuidadosamente la volví a acercar a mi rostro para poder detallarla
completamente, pude observar a las personas que estaban a mi lado, se veían
todos felices, me veía feliz, abrazándonos unos a otros, había una señora con
una enorme flor morada en su pelo y un largo vestido blanco con más flores
decorándolo, un hombre como de unos 50 años con un gran sombrero negro
sosteniendo con su mano izquierda a la señora de sombrero morado y en la
derecha un bastón, otra joven mona con un vestido amarillo algo corto y entre
sus manos tenía un reloj, al lado de ella estaba yo. De repente enfoqué al
hombre que se encontraba al lado mío, lo vi, era él, pude recordarlo, la misma
cara, el mismo pelo lacio, la misma sonrisa, esa mirada y su detallado cuerpo, sabía
que era él, ya no cabía duda, lo había reconocido.
Me
detuve un tiempo para pensar en la última vez en que lo había visto, en donde
estuvimos y que estábamos haciendo, y lo pude recordar, como un rayo de luz
vino a mi mente, estaba ahí, abrazándome y diciéndome que todo estaría bien, me
daba un beso en la frente y yo me sentía segura junto a él, pero… ¿Por qué ya no estaba conmigo? ¿Qué le había
pasado? ¿Por qué no cumplió su promesa? ¿Estaría en un mejor lugar que yo? Pero solo
tuve ese recuerdo, no podía recordar más nada, me sentía como un rompecabezas
donde solo había unido dos piezas y las demás estuvieran extraviadas, volví a ver el reloj en el suelo y me di
cuenta que seguía marcando la misma hora, algo debió haber pasado a esa hora, o
simplemente la batería se había agotado y ya, pero mi sexto sentido me decía
que no, que tenía que descubrir la verdad, y sentada en esa cama no resolvería
este gran enigma en el que mágicamente había aparecido.
Me
levanté y empecé a rebuscar algo que ponerme para salir, abrí el armario más
cercano y en él había mucha ropa, unos vestidos encantadores y de todos los
colores para cada ocasión, pero estaban llenos de polvo y suciedad, en el fondo
estaban unas botas café, me parecieron las indicadas para salir a explorar este
lugar, tome un abrigo y un sombrero que combinaban ya que hacía mucho frió, al
coger el sombrero se cayó una nota de él,
era muy misteriosa, la tome y la abrí cuidadosamente, parecía haberse quemado
pero se alcanzaba a leer una parte, no tan clara, había que forzar un poco la
vista, la tinta estaba un poco borrosa pero pude leer el mensaje que decía: “Todo estará bien precios” Sabía que era
de él, seguía sin entender pero eso me dio fuerza de descubrir todo, me lo puse
con valentía y salí de la casa.
Al
salir de la casa pude sentir esa atmósfera pesada, una brisa melancólica que
rosaba todo mi cuerpo, me quería decir algo, cerré los ojos y respire
profundamente, solo habían árboles y esa casa de madera, que al parecer podía
ser mi casa, vi un camino, podía ir al norte, o al sur, quizá a un río o la
ciudad, estaba totalmente desorientada y no sabía a donde ir, pero también sabía
que no me podía quedar ahí, tenía que seguir en el camino, mire el sol y me
indicó que eran más o menos las cinco de la tarde, ya se estaba ocultando y eso
me orientó, ya sabía dónde era el este y el oeste, norte y sur, ya iba
avanzando. Lo que no sabía era donde iba a pasar la noche, si iba a comer o
moriría en el intento de descubrirlo todo, no me importó nada, debía asumir el
riesgo si lo quería encontrar, tal vez donde quiera que estuviera necesitara mi
ayuda, mi consuelo, mi ser.
Antes
de partir debía asegurarme de que comería, busqué algún árbol con frutos, pero
suerte tenía si encontraba alguno con hojas, me indicó que estábamos en otoño y
que el invierno se acercaba, cuando pensé que no encontraría nada y ya había
perdido la ilusión, vi un gran árbol, se me hacía raro como era que no lo había
visto antes, corrí hacia él y estaba lleno de frutos, lleno de vida, lleno armonía, era como si fuera
el único que sobreviviera ante todo lo que estaba sucediendo, ante ese ambiente
fúnebre. Tome varias frutas y emprendí mi camino hacia el norte, ya no estaba
tan perdida, sentía que ya había visto todo esto, se me hacía conocido el lugar,
pero no podía recordarlo con claridad, pensé en donde pasaría la noche, si era
seguro dormir en alguna casa de extraños, o simplemente en el pie de un árbol,
no estaba muy segura nada, tenía un mal presentimiento, pero eso no me
importaba, solo tenía en mente una sola cosa, un solo pensamiento, un solo
rostro, un aliento de vida, solo quería… volverlo a ver.
Comentarios
Publicar un comentario